Irina llegó a la plaza del pueblo con el morro torcido. Como se imaginaba, todo el mundo se había traído la bici. Y los que no traían bici, se habían traído el hoverboard. Así que se pasó media hora viendo como todos iban y venían. Cuando estaba a punto de volverse a casa, a hartarse de ver vídeos de manualidades en la tableta, pensó en hacer algo en la plaza. Compró tizas de colores en el bazar y se puso a hacer enormes círculos concéntricos en el suelo de la plaza. Luego, dibujó símbolos sobre los círculos y los unió en forma de estrella. Cuando pasaban con la bici, se quedaban mirando intrigados. Sobre los símbolos más grandes, puso una piedra de color y escribió de manera pomposa:
FUEGO – AIRE – TIERRA – AGUA
Algunos se bajaban de la bici, otros se quedaban girando alrededor de los círculos. A los que finalmente preguntaban, les decía:
–Es un nuevo juego. Cuando termine de dibujar el campo, os lo cuento.
Pero la realidad es que no tenía ni idea del juego. Empezó a contar que los jugadores de cada equipo tendrían nombre de elementos químicos, que se tendrían que escoger según las características del niño o niña. Lo dejó claro, porque pasaba de que sólo jugaran niños. Empezaron a pedirse elementos:
–Yo soy el agua, porque puedo escurrirme por cualquier parte.
–Yo soy hierro, soy súper fuerte
–Dime uno muy rápido, Irina.
–Vale, tú eres el mercurio,
–Tú, el titanio, eres muy delgada, pero tienes mucha fuerza.
Pensó: “Tú, el plomo, que a veces te pones muy pesado contándome las series que ves en la tele”. Pero dijo:
–Tu serás el fósforo, porque te acuerdas de los detalles de todo.
Algunos ya peleaban por la plata, el uranio o el oxígeno. Le pedían veredicto a Irina, que estaba entre entusiasmada por la atención y agobiada por tener que inventar algún juego a la altura de las expectativas. Pensó que, en realidad, jugarían al pañuelo, pero le pondría encima algunas complicaciones. Según se le ocurrían cosas, se las iba contando a los demás.
–Los que jueguen tendrán que seguir los recorridos entre las fuerzas de la naturaleza, la tierra, el aire, etc.
–Cuando un elemento esté sobre una fuerza contraria, tendrá que ir a la pata coja.
–El objetivo del juego es capturar la piedra filosofal –y cada vez que quería decir piedra filosofal, casi se le escapaba pañuelo.
De repente, todo el mundo tenía ideas para nuevas reglas, tantas que no le daba tiempo a entender a todos. Algunas eran realmente buenas, mejores de las que se le iban ocurriendo a ella. Al final, tuvieron que escribirlas. Pero se les hizo tan tarde que no pudieron jugar, aunque nadie se aburrió esa tarde.
Ilustración original de Mar Villar